Y el MAL no tenía solamente un rostro, sino muchos y todos esos rostros eran vanos y casi todos tenían el mentón pegajoso de baba. En realidad estaba llegando a la conclusión de que en el mundo no había nada que fue el MAL, sino apenas el mal... el (mal) tal vez. En momentos así sospechaba que Hitler no había sido más que un burócrata acorralado y que el propio Satán era un retrasado mental con un sentido del humor rudimentario.