No era la última página del álbum, pero sí la última que importaba, porque las siguientes estaban en blanco. La última fotografía era la del curso de George, tomada en octubre del año pasado, diez días antes de que muriera. Se lo veía con una camisa de marinero, el pelo rebelde aplastado con agua. Estaba muy sonriente, con dos huecos en la dentadura donde jamás crecerían dientes nuevos... "A menos que sigan creciendo después de la muerte", pensó Bill y se estremeció. Miró con fijeza la fotografía por un rato. Estaba por cerrar el libro cuando lo de diciembre volvió a ocurrir.
En la fotografía, los ojos de George se movieron. Buscaron los de Bill. Su sonrisa importada, de fotografía, se convirtió en una horrible mueca libidinosa. Su ojo derecho se cerró con un guiño: "Nos veremos pronto, Bill. En mi armario. Tal vez esta noche."
Bill arrojó el libro al otro lado de la habitación y se cubrió la boca con las manos.
El álbum chocó contra la pared y cayo al suelo, abierto. Las páginas se volvieron, aunque no había corriente de aire, y el libro quedó mostrando otra vez esa horrible foto, la que rezaba: "Amigos de la escuela, 1955-1958." La foto empezó a sangrar.
Bill quedó petrificado. Quiso gritar, pero de su boca sólo surgieron débiles gemidos. La sangre corrió por la página y comenzó a gotear al suelo.